Los cólicos
Durante el invierno, los caballos son más susceptibles a sufrir cólicos. La sospecha generalmente empieza porque los caballos presentan un estado depresivo, con unos ruidos intestinales disminuidos o ausentes y unas mucosas secas o congestionadas.
Una de las causas más importantes es la reducción del consumo de agua. Los caballos que no beben suficiente están en riesgo de desarrollar un cólico por impactación. Por lo tanto, es importante controlar lo máximo posible el consumo de agua. Disponer de bebederos eléctricos que se puedan calentar, podría ser una buena opción para evitar el enfriamiento excesivo del agua. No obstante, aunque no se disponga de bebederos automáticos, es importante controlar la temperatura del agua para asegurarnos que al beber el caballo no pueda sufrir ningún shock.
La exposición a condiciones húmedas y frías como puede ser el caso de caballos con mantas sudadas también pueden aumentar las posibilidades de padecer cólicos. Cabe recordar, que los sistemas digestivos de algunos caballos tienen dificultades para adaptarse a cambios de alimentación, sobre todo de verano a invierno.

Aunque los caballos ya suelen estar predispuestos a sufrir cólicos, con el frío, en invierno, aumenta la incidencia de estos. Por lo tanto, especialmente en esta época del año e independientemente de la causa, es importante mantener los ojos bien abiertos para detectar cualquier signo de malestar gastrointestinal además de prevenir los posibles desencadenantes de los cólicos.
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